martes, 7 de julio de 2009

CAPITULO I: Pasos

Por fin era feliz. Cumplía mi sueño, la vida me había entregado todo...
Sentía cómo ligereramente mi alma abandonaba mi cuerpo, despidiéndose lentamente de mi subconsciente. Un adiós, demasiado pobre para mi gusto, era el problema que me debatía. Pero era tarde, cómo sentía decir eso.


-Buona sera. Mi nombre es Leonardo Salvatore. Busco a Annarella; Annarella Coudray.
-Está con la maestra, si gusta le puede esperar en el salón de estar, donde se puede ver la clase.
-Muchas gracias, señor. Addio.

Caminé lentamente hacia donde me había indicado el señor. Llegué al cabo de unos minutos, el edificio en el que me encontraba era inmenso. En fin, cuando llegué vi próximo a mí un sillón un poco roído, pero se veía cómodo. Me senté, y para mi sorpresa, en mi ubicación podía ver la sala en la cual estaba Annarella.
Pero no ví lo que creía que vería. Recordaba a mi amiga, feliz, risueña. La persona que veía en esos momentos era totalmente distinta. Llena de amargura, seria, fracasada...

-¡Srta. Coudray! Dije que hicieran un relevé en tercera, no en primera. No, ¡Que no te digo! ¡FUERA DE AQUÍ, NO SIRVES ASÍ ES QUE NI SE TE OCURRA VOLVER!...
Aquellos gritos retornaron en mi cabeza, como el día cuando abandoné mi casa.
En esa penumbrosa soledad de mis pensamientos, vi una sombra acercarse, una niña sin esperanzas de vivir. Alguien totalmente distinto a mi querida Annarella.

- ¿Leonardo?, ¿Eres tú Leo? - La emoción hizo que mis palabras fueran interrumpidas por las lágrimas presurosas que deseaban aparecer. En ese instante nos abrazamos, sumidos en la depresión de tantos años sin vernos. Era ella, mi amiga, mi Sorella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario